
Nicolás Deanna tenía 23 años cuando en 2017 murió por una meningitis que no fue diagnosticada a tiempo. Su caso no fue un accidente aislado: fue la muestra brutal de lo que ocurre cuando la negligencia, la sobrecarga laboral y la falta de protocolos se combinan en un sistema de salud desbordado.
Su familia transformó esa tragedia en lucha, y después de años de insistencia logró que el Congreso sancione la Ley Nicolás, una norma que pretende garantizar la seguridad de los pacientes y terminar con la impunidad de la mala praxis.