
Dios te colocó estratégicamente donde estás para que seas luz, inspiración y guía. Tu entorno necesita ver la gloria de Dios reflejada en ti, pero todo comienza con una batalla interna: aprender a liderarte a ti misma.
Porque antes de influir en otros, debemos conquistar nuestro interior. Cuando una mujer se alinea con el propósito de Dios, su influencia se expande en su casa, su trabajo, su comunidad y su generación.
No escondas tus dones, no apagues tu brillo.
Levántate y resplandece, porque el mundo necesita ver la luz que hay en ti.