Después de un largo tiempo pude darme cuenta de que ni borrándote de todos lados pude evitar que tu rostro apareciera en mis sueños. Todo fue extraño, me encontraba en la cama, acostado, no entendía por qué ni cómo, pero ahí estabas, olías tan hermoso, vestían tan perfecto, y fue ahí donde entendí que no estaba bien, por fuera te odiaba, por dentro te amaba, algo en mí me decía quiero que sigas aquí, olvidemos lo que paso, olvidemos quien se equivocó, solo éramos dos torpes que no sabían de amor.

Más tarde recordé aquella promesa que me hiciste, me miraste: prométeme que si t e rompo el corazón no me vas a perdonar, lo mucho que te ruegue, lo poco que te hice, no vas a perdonarme, porque que ironía llorar por la persona que en un principio te hacía tan feliz.

Tome mis cosas y me fui, no necesito estar aquí, necesito estar allá, lejos de ti y aunque sea un poco cerca de mí, entenderme nunca fue complicado, solo quería que no me entendieras, y aquí estoy, soy un mentiroso, y tal vez mentí por amor, mentí porque te vi tan perfecta que me sentí intimidado, y a la mierda las inseguridades y lo que decía la gente.

Espero que en algún nos podamos encontrar, te mire siendo tan feliz, independiente, espero algún día conocer a tus hijos y que les haya contado de mí, que les hayas dicho lo que aquella carta decía: Que les contaras que alguna vez en tu juventud hubo alguien que te hizo tan feliz.

Al igual que yo, espero que mis hijos sepan de ti, que sepan que su padre amaba con intensidad, y se despedía cuando había que despedirse sin voltear atrás. Que sepan que alguna vez en mi juventud alguien me amo como nunca me imaginé que me iban a amar.