
Aún recuerdo el momento, recostado en mi cama pensando en tus ojos. Reviviendo pensamientos, imaginándome abrazándote, fue reconfortante. Me sentía solo, bastante como para pensar que tenía a alguien para pedirle ayuda.
Llegué hasta el punto, un éxtasis tan extraño que al momento de relajarme tu nombre se tatuaba en mi pecho, tu aroma penetró mi nariz, y empecé a escribir.
Luna de papel, es lo que único que puedo ver mientras duermes en otra cama, tal vez pensando en otro ser.
Nos imaginé, juntos tú y yo, tomados de la mano sobre la luna de papel, como si los errores no hubiesen pasado.
Mientras mis lagrimas rodeaban mis propias lágrimas, forme una danza de recuerdos, el odio, el rencor, y por supuesto la tristeza bailaron hasta deprimirme, felicidad llego, pero no era el momento, y se lanzo de la luna de papel. ¿Qué haré sin ti? Mientras caía al vacío lentamente, formo con sus manos un corazón, ahí entendí todo.
Agarré mis cosas, apagué la música, los retiré de la danza, y te besé.
Y me lance de la luna de papel, lo había entendido todo, la tristeza me inundaba por la vida que llevaba. Me reconfortaba pensarte siendo alguien que no eras, pero me dolía tenerte en la vida real. Me lancé con la felicidad porque es la única capaz de arriesgarse a estar fuera de la luna de papel, los demás me abrigaban y me hacían sentir bien, más no me hacían bien.
Solo salté, y no sé si este fondo tenga un fin, no lo sé, pero ahora estoy tranquilo sin vivir en esa luna de papel.