
Hay momentos en la vida en los que creemos que debemos esforzarnos para merecer el amor y el favor de Dios, pero la verdad es que “Lo mejor de la vida” no se compra ni se gana: se recibe. La gracia no es un premio por nuestras obras, es un regalo divino que nos transforma desde lo profundo del corazón. Hoy descubrirás que no necesitas ser perfecto para ser amado, ni impecable para ser aceptado, porque Su gracia es gratuita e inmerecida. Permite que esta verdad libere tu alma, renueve tu fe y te impulse a vivir con seguridad, gozo y propósito. Es tiempo de caminar en Una vida abundante al abrazar lo que Cristo ya hizo por ti.