
Imagina un tren que no toca las vías, que se desliza suavemente sobre un colchón de aire, impulsado por motores de avión y capaz de alcanzar velocidades de vértigo. No es ciencia ficción: es el Aerotrén, una joya tecnológica francesa que en los años 60 prometía cambiar para siempre el transporte terrestre... y que, sin embargo, terminó olvidado.