Una mudanza soñada se vuelve un campo de batalla invisible. En 1986, en una modesta casa victoriana de Pensilvania, la familia Smule comenzó a sufrir portazos imposibles, olores a podredumbre que aparecían y desaparecían, telequinesis, sombras arrodilladas sobre la cama y una “bestia” de ojos rojos que gruñía y reía. El acoso creció hasta golpear a las hijas: moretones inexplicables, juguetes colgando del techo y susurros que prohibían rezar. Cuando la prensa convirtió el caso en espectáculo, llegaron Ed y Lorraine Warren: confirmaron que no era “un” ente… sino muchos, comandados por algo más antiguo y voraz. Tras una primera liberación que solo enfureció a la casa, el asedio apuntó a Janet: lapsos perdidos, voces dentro de su cabeza y una posesión abierta. Con autorización eclesiástica se realizó un exorcismo formal (Rituale Romanum), entre crucifijos, sal y agua bendita, mientras la temperatura caía y las paredes golpeaban. La entidad fue expulsada de Janet, pero no de la casa. Los Smule entendieron el mensaje: “Somos quienes controlan todo aquí”. Decidieron huir, vender el inmueble advirtiendo su historia y reconstruir su vida ayudando a otras víctimas del más allá. Narrado por Roberto Belmont, con producción ejecutiva de Daphne Huejebe, guion y producción de Débora Montaner y edición de Jorge Lazo, este episodio explora un caso que trascendió lo paranormal para incrustarse en la cultura popular estadounidense: la calma que precede a la tormenta… y la pregunta que persiste en la oscuridad: ¿se debilitó el mal o aprendió a susurrar más bajo?