
¿Has sentido que tu hij@ adolescente ha cambiado su actitud?
No conversa, se encierra, te responde con dureza.
Si intentas ayudar, dice que no le comprendes; si guardas silencio, asegura que no te importa.
Y tú te quedas en medio, con la sensación de que cualquier cosa que hagas está mal.
Eso no significa que seas un mal padre o madre: significa que estás frente a una persona que está cambiando y nadie te enseñó cómo acompañarle en esa transformación.
No se trata de “reparar” a tu adolescente, sino de convertirte en un referente confiable, alguien a quien pueda mirar y respetar mientras da sus propios pasos hacia la adultez.
El gran desafío es entender que ya no puedes tratarle como en su niñez, pero tampoco soltarle como si ya fuera una persona adulta.
Esta etapa intermedia es breve, pero decisiva: aquí se moldea su identidad, su fortaleza emocional, su independencia y también la relación futura que tendrá contigo.
¿Cómo transitar de Criar a Guiar?