
De niños somos espontáneos e inocentes, si en algún momento fuimos juzgados y desaprobados por la sociedad aprendimos a crear máscaras para ocultarnos y modificar nuestro comportamiento,para así sentirnos aceptados y amados.
Estas máscaras ocultan las heridas del alma, mientras no sean identificadas, nos seguiremos relacionando con los demás desde el miedo.