
La Revolución Francesa surge como un conflicto entre la monarquía absoluta y las ideas de la Ilustración, . Maximilien Robespierre, un joven abogado influenciado por estas ideas, se convierte en uno de sus principales defensores, siendo, al final, como muchos de sus partidarios, víctima de su propia revolución.
Francia atraviesa una grave crisis económica debido a la participación en guerras, incluyendo la Revolución Americana, y la vida de lujo de la corte real. Luis XVI y María Antonieta, conocida por su despilfarro, viven una vida de extravagancia mientras el pueblo sufre hambre por la subida del precio del pan. La reina es apodada "Madame Déficit" debido a sus enormes deudas.
En 1789, ante la creciente insatisfacción popular, se convocan los Estados Generales, pero los representantes del tercer estado (el pueblo) se sienten marginados y se proclaman la Asamblea Nacional, exigiendo reformas. Tras ser bloqueados, juran no separarse hasta tener una nueva constitución. La situación empeora cuando el rey moviliza tropas, y el pueblo de París responde tomando la Bastilla el 14 de julio, simbolizando el fin del absolutismo.
La Revolución se convierte en un movimiento que cuestiona la jerarquía social y política, dando inicio a una transformación radical en Francia.