Esta serie de emisiones radiofónicas lleva por nombre Coplas Mecánicas, título cogido a Juan de Mairena, un autor apócrifo de Antonio Machado. Entre su obra poética, publicaba unas coplas hechas con una extraña máquina de trovar, provista de un teclado y una especie de imprenta automática que componía versos. A finales del siglo XIX ingenios como el fonógrafo permitieron registrar y reproducir sonido por primera vez. Algunos ejemplos previos tentaron distintos materiales, como el papel o las láminas de estaño. Santiago Ramón y Cajal desarrolló, en paralelo a Thomas Edison, un fonógrafo óptico que funcionaba con discos de vidrio grabados por un rayo de luz dirigida con lentes y espejos. Se sucedieron soportes igualmente sorprendentes, como los cilindros de cera, discos de acetato o cintas con emulsiones sensibles al magnetismo. Cada una de estas tecnologías, y muchas otras simultáneas y sucesivas hasta el presente, han transformado las posibilidades de la voz humana, moldeando la música y la historia de sus registros.
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Esta serie de emisiones radiofónicas lleva por nombre Coplas Mecánicas, título cogido a Juan de Mairena, un autor apócrifo de Antonio Machado. Entre su obra poética, publicaba unas coplas hechas con una extraña máquina de trovar, provista de un teclado y una especie de imprenta automática que componía versos. A finales del siglo XIX ingenios como el fonógrafo permitieron registrar y reproducir sonido por primera vez. Algunos ejemplos previos tentaron distintos materiales, como el papel o las láminas de estaño. Santiago Ramón y Cajal desarrolló, en paralelo a Thomas Edison, un fonógrafo óptico que funcionaba con discos de vidrio grabados por un rayo de luz dirigida con lentes y espejos. Se sucedieron soportes igualmente sorprendentes, como los cilindros de cera, discos de acetato o cintas con emulsiones sensibles al magnetismo. Cada una de estas tecnologías, y muchas otras simultáneas y sucesivas hasta el presente, han transformado las posibilidades de la voz humana, moldeando la música y la historia de sus registros.
Sobre unos terrenos en forma de lengua atrapada por la antigua Carretera de Andalucía al oeste y vías de tren al norte que desde Villaverde Bajo bifurcan hacia Villaverde Alto y otras al sureste que lo hacen hacia la Colonia Marconi se levantó en el año cincuenta y nueve la colonia de San Cristóbal de los Ángeles donde aparecieron en el año ochenta y ocho Los Camela siendo dos compadres gitanos y una cuñada quinqui, y fue uno de ellos, Ramón Mendoza, y no en San Cristóbal sino en las chabolas del Pozo del Huevo en la carretera Villaverde Vallecas, quien con diez y seis años puso el nombre y empezó a cantar gitano sobre melodías de un teclado de acompañamiento y a grabar en cinta un disco que llamó Tinieblas con letras de la claridad de los rayos de sol por la ventana y símbolos flamencos de la rosa y un lirio de mi jardín, y tras la salida de Ramón Mendoza y la aparición de un tercero las letras se literalizaron en tú te has burlado de mí y pasas por mi lado para hacerme sufrir, el daño que estás haciendo un día lo pagarás porque el amor que tú tienes un día te dejará y entonces yo te diré que no te acerques a mí, me quedaré sonriendo para verte sufrir, más del gusto de la época, año noventa y cuatro, y no tan del favor de romances ni polifonías como se sigue del éxito gasolinero del grupo que terminó llamado Camela.
Coplas Mecánicas
Esta serie de emisiones radiofónicas lleva por nombre Coplas Mecánicas, título cogido a Juan de Mairena, un autor apócrifo de Antonio Machado. Entre su obra poética, publicaba unas coplas hechas con una extraña máquina de trovar, provista de un teclado y una especie de imprenta automática que componía versos. A finales del siglo XIX ingenios como el fonógrafo permitieron registrar y reproducir sonido por primera vez. Algunos ejemplos previos tentaron distintos materiales, como el papel o las láminas de estaño. Santiago Ramón y Cajal desarrolló, en paralelo a Thomas Edison, un fonógrafo óptico que funcionaba con discos de vidrio grabados por un rayo de luz dirigida con lentes y espejos. Se sucedieron soportes igualmente sorprendentes, como los cilindros de cera, discos de acetato o cintas con emulsiones sensibles al magnetismo. Cada una de estas tecnologías, y muchas otras simultáneas y sucesivas hasta el presente, han transformado las posibilidades de la voz humana, moldeando la música y la historia de sus registros.