
Para ser más persuasivo es necesario dejar de juzgar y criticar a los demás.
Nuestra mente nos confunde fácilmente por un sesgo de generalización que nos lleva a realizar suposiciones sobre el otro que muchas veces son falsas.
Hay que aprender a comunicar mejor las correcciones o discrepancias que podamos tener, sin necesidad de criticar abiertamente y mucho menos de descalificar al otro.
No conviene juzgar porque difícilmente conozcamos bien a la otra persona y nuestra manera de percibirlo puede estar muy errada.