
“¿Cual es tu película de terror favorita?”
Cuando en 1996, el maestro del terror Wes Craven, estrenó “Scream: Vigila Quien Llama” (Scream), lo hizo en un contexto en que el subgénero del slasher estaba absolutamente agotado. Íconos como Michael Myers, Jason Voorhees o Freddy Krueger (obra del mismo Craven), ya habían sido estrujados al máximo, sin que quedaran cuchillazos ni machetazos por dar. El público clamaba por algo diferente.
Ahí aparece Scream. Con guión fresco de Kevin Williamson, estábamos ante un slasher clásico en estructura, pero a la vez meta cinematográfico, auto consciente de sí mismo, de los tropos y lugares comunes del género, poseedor además, de un oscuro sentido del humor. Junto a ello, nos introdujo a Sidney Prescott (Neve Campbell), una de las mejores “final girls” que hayamos visto y, por supuesto, sumó al ya legendario Ghostface a la galería de los grandes villanos.
El cóctel de ingredientes fue un éxito de crítica y taquilla. 27 años y 5 secuelas después (con la ausencia del fallecido Wes Craven a contar de las 2 últimas entregas), podemos decir que el legado de Scream ha sido relevante, no solo en revivir el slasher y ser el estandarte del terror de grandes masas de los 90s, sino que, además, la saga se ha ganado por derecho propio un lugar de alta estima entre los fans, ya que cada entrega, con mayor o menor éxito, ha aportado su granito de arena en el análisis y conversación sobre el estado del cine de terror en su respectiva época.
¡Larga vida a Ghostface, Stab y Scream!
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