Dormir en medio de la tormenta no significa ignorar el caos, sino confiar plenamente en que Dios sigue al mando. En los momentos donde todo parece incierto, Él nos invita a descansar en Su fidelidad. El silencio no es ausencia de respuesta, sino el espacio donde nuestra fe se fortalece. Cuando no escuchamos nada, aprendemos a creer que Él sigue obrando. En el reposo, Dios nos enseña que Su paz no depende de las circunstancias. Dormir en la tormenta es el acto más profundo de confianza en Su amor y soberanía.
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Dormir en medio de la tormenta no significa ignorar el caos, sino confiar plenamente en que Dios sigue al mando. En los momentos donde todo parece incierto, Él nos invita a descansar en Su fidelidad. El silencio no es ausencia de respuesta, sino el espacio donde nuestra fe se fortalece. Cuando no escuchamos nada, aprendemos a creer que Él sigue obrando. En el reposo, Dios nos enseña que Su paz no depende de las circunstancias. Dormir en la tormenta es el acto más profundo de confianza en Su amor y soberanía.
Aunque todo en nuestra vida cambia, Dios nunca cambia y jamás miente; su fidelidad es una roca firme. Cuando las promesas humanas fallan, las suyas permanecen intactas. Refugiarnos en Él no es un acto de debilidad, sino el reconocimiento de que nuestra esperanza no descansa en nosotros, sino en su carácter inmutable. Esa certeza nos libera del temor y nos sostiene en las pruebas. En Cristo vemos la promesa cumplida: Dios mismo viniendo a rescatarnos. “Siempre fiel” significa que, en cada circunstancia, podemos descansar en un Dios que nunca nos abandona.
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Dormir en medio de la tormenta no significa ignorar el caos, sino confiar plenamente en que Dios sigue al mando. En los momentos donde todo parece incierto, Él nos invita a descansar en Su fidelidad. El silencio no es ausencia de respuesta, sino el espacio donde nuestra fe se fortalece. Cuando no escuchamos nada, aprendemos a creer que Él sigue obrando. En el reposo, Dios nos enseña que Su paz no depende de las circunstancias. Dormir en la tormenta es el acto más profundo de confianza en Su amor y soberanía.