
No escribo esto para hacer literatura.
Ni para parecer valiente.
Ni para que digan “qué fuerte”.
Escribo porque si no lo hago, me hundo.
Porque hay cosas que ya no puedo decir en voz alta,
pero tampoco puedo seguir callando.
Escribo para que mi tristeza tenga nombre.
Para que mi rabia no se pudra adentro.
Para entender mi culpa y devolver la que no era mía.
Para sacarme de encima la vergüenza heredada.
Para recordar que aún deseo.
Para no olvidar que todavía tengo esperanza.
Y para aprender, de una vez por todas, a quererme.
Estas cartas no tienen forma de ensayo.
Tienen forma de cicatriz.
Son fragmentos.
A veces ordenados, a veces no.
Como yo.
Como tantas.
Las escribo para mis hijos, aunque no me lean.
Para otras mujeres que se sienten igual y no saben cómo decirlo.
Para los que creen que ya es tarde.
Y para mí, que estoy aprendiendo que nunca es tarde.
Si estás leyendo esto, no busques perfección.
Encontrarás verdad.
Un corazón que sigue latiendo entre ruinas.
Una mujer que se reconstruye con lo que tiene a mano:
memoria, palabras, y amor propio en proceso.
Estas soy yo.
Vanina Vergara
En pedacitos de papel.
Pero entera en intención.
mailto:vergaravanina@yahoo.com