
¿De qué sirve el rencor? ¿Para qué echarle la culpa a los demás de nuestros propios errores? ¿No es más gratificante la generosidad? Pero, ¿y si las cosas se pudieran ver de otra manera por un giro de guion ajeno a nuestra voluntad? Algo de todo eso hay en «Mario y María». Cuando lo publiqué por primera vez en mi extinto blog se lo dediqué a una antigua alumna: María Merino. No sé qué habrá sido de ella, pero, esté donde esté, siempre pensaré en ella como la María de «Mario y María». A ella sigo dedicando esta breve historia.