
Históricamente, Colombia ha sido definido como un territorio violento en términos tanto políticos, como también sociales y culturales. La violencia exige una definición mucho más amplia y compleja, que limitarla a la actividad de la guerra. ha sido entendida como capacidad de daño y destrucción, entre diferentes grupos, individuos, agentes, etc., además, que suele ser justificado en un marco legal y político, y es fundamentalmente multidireccional. Colombia suele ser definida como un escenario de regiones que se ven inscritas en diversos procesos que suponen inestabilidad y conflicto, que a su vez responden a procesos históricos.
De este modo, a finales del siglo XX y el tránsito al XXI, la identidad nacional fue definida por las prácticas violentas, resultantes de las formas sociales, políticas, económicas y culturales de los sujetos en el territorio. Es decir la violencia estructural del contexto definida por procesos como el narcotráfico, la corrupción y la violencia política, supusieron la naturalización de su ejercicio en todas las dimensiones de la esfera social, transcribiendo en otros tipos de violencia como la laboral, la de género, la familiar y la discriminación regional.
Las frecuentes representaciones de la violencia tanto en las telenovelas como en el cine dan cuenta de la apropiación cultural de este elemento. No obstante, estas representaciones divergen sustancialmente en la naturaleza de ambos productos culturales. Mientras que en las películas aparece como un aspecto transversal a las narrativas, que a su vez buscan exponer el desarrollo histórico de la violencia en el país y pretenden una suerte de denuncia, en las telenovelas se ve dicha apropiación trasladada a la cotidianidad de los sujetos. Todo esto supone que la identidad nacional ha sido deformada y muchas veces reducida a su relación con la violencia, lo cual se asimila tanto en contextos locales como exógenos.