
A veces me canso de sostener una imagen perfecta.
Hoy te confieso algo que quizá no suene bonito, pero es real: no siempre quiero ser el ejemplo de todo.
En este episodio hablo del peso de ser “ejemplo”, de la rebeldía de no gustarle a todos, y de la contradicción inevitable de terminar inspirando desde lo imperfecto.
Porque ser real, con luces y sombras, es mucho más valioso que pretender ser perfecto.
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