
¿Alguna vez has usado una fragancia y, de repente, te sentiste más segura, feliz o incluso más relajada? La ciencia dice que sí. Los aromas tienen una conexión directa con el sistema límbico del cerebro, esa zona encargada de nuestras emociones y recuerdos. Por eso, un perfume no solo huele bien… ¡puede transformar cómo te sientes! Un cítrico puede darte energía por la mañana, una nota floral puede levantarte el ánimo, y un acorde amaderado puede ayudarte a sentirte más seguro y conectado contigo mismo. Así que la próxima vez que escojas tu perfume, pregúntate: ¿qué estado de ánimo quiero llevar hoy?