
Todos vivimos momentos en los que la oración pesa o parece inútil. El Salmo 42 nos recuerda: “¿Por qué te abates, alma mía? Espera en Dios…”. En este episodio descubrimos cómo rezar aún en la sequedad: con oraciones breves, ofreciendo el cansancio y orando en lo cotidiano. Porque Dios escucha incluso cuando solo podemos decir: “Jesús, en Vos confío”.
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