
El latigazo desenfadado de este encuentro entre dos cuerpos contrasta con el tejido recatado de Irene, en Casa Tomada. Somos eso, almas en búsqueda de un espejo y mientras sucede una conversación o transcurre un relato, aparece dibujado otro signo, táctil, mucho más poderoso que cualquier palabra. Esa es la materia prima con la que Melisa De Erausquin construye este relato sólido y escueto, leido en nuestra tertulia de narradores de los jueves, que sucedió un viernes en la librería Context de Girona, justo al comienzo de un otoño inquietante.