
En una crisis de fe puede ser una experiencia dolorosa y desgarradora. Nos enfrentamos a nuestros propios miedos, inseguridades y luchamos por reconciliar nuestras experiencias en Dios. Nos sentimos atrapados en una lucha interna, debatiendo entre la razón y la emoción, la lógica y la intuición.
Sin embargo, es en medio de esta oscuridad que también puede surgir la oportunidad de un crecimiento profundo y transformador. La crisis de fe nos desafía a buscar respuestas más auténticas, a examinar nuestras creencias desde una perspectiva más amplia y a cuestionar las verdades absolutas que antes dábamos por sentado.