
En Berea, Pablo comenzó de nuevo su labor entrando en la sinagoga de los judíos para predicar el evangelio de Cristo. Dice de ellos: "Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibían la palabra con toda prontitud, y escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Por lo tanto, muchos de ellos creyeron; también de las mujeres honorables que eran griegas, y de los hombres, no pocos." {LP 87.1}