
La memoria es más que costumbre, rito o tradición. Podríamos decir que es historia y por ende, identidad. Cuando Jesús comparte el pan y el vino, está marcando un momento histórico, que va más allá de lo nostálgico o de una canción lenta de dos minutos en la reunión del domingo. Nos pide que recordemos aquello que hizo, que lo vivamos en memoria de él.