
La conversación con Luis Marino, fundador de Adrián Tropical y propietario de varios negocios en diferentes rubros, resalta que emprender no es un camino fácil ni improvisado: implica abnegación, disciplina y una “consagración” que trasciende los deseos personales. Desde sus inicios con un carrito de sándwiches en 1988 hasta convertirse en referente gastronómico dominicano, su historia muestra cómo la visión, la fe en Dios y la perseverancia sostuvieron un crecimiento lleno de obstáculos, persecuciones y momentos de duda, pero también de aprendizajes que lo hicieron consolidarse como empresario y formador de colaboradores.Más allá del éxito económico, Marino subraya la importancia del capital relacional y reputacional: las relaciones con empleados, clientes y suplidores que generan confianza y sostenibilidad en el tiempo. Reconoce que su misión va más allá del negocio, encontrando propósito en servir, formar líderes y crear espacios que aporten valor a la sociedad. Su reflexión final invita a descubrir satisfacción en lo que se hace cada día y a transformar la fe y la pasión en motores que trascienden más allá del dinero.