
Habían pasado casi seis meses de que Alonso y Lupita fueron unidos en santo matrimonio por el Padre Toño en la Vieja Parroquia de Indios, a la celebración asistieron Toribio y Regina para apadrinar al novio; Miguel con la coronilla recién afeitada y la vestimenta de los dominicos como testigo; Rogelio y su madre para entregar a la novia y como invitados toda la cofradía y algunos amigos allegados tanto por parte de Rogelio como del novio. Como el Padre le había prometido, desde el primer día de casado sus ingresos aumentaron considerablemente, lo que les permitió adquirir uno a uno el humilde mobiliario, también la familia de Lupita y muchas otras cooperaron ya fuera con algún mueble o con dinero para adquirirlos.
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