
Pasaron tres días sin que ninguno supiera nada del otro, a la hora que Alonso salía a trabajar, ella todavía estaba dormida y cuando volvía, su padre ya la había enviado a descansar, pero a la cuarta noche, el Tameme cubrió turno en la sede y apuró sus obligaciones, al abrir la puerta encontró a la familia Pérez, todos atentos a las palabras de su hermano, como siempre, el techador giró sobre sí mismo y clavó los ojos en Alonso, de igual manera que lo hizo Leticia, lo recorrió de arriba abajo esbozando una pícara sonrisa con sus carnosos labios…
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