
Desde que Alonso comenzó a salir a las calles para ayudar a los Tatemes, su vida cambió radicalmente, esto no quería decir que ahora sus obligaciones radicaban en asistir diariamente a la Basílica y auxiliar a la cofradía dándoles de beber a sus integrantes, además de eso, que realmente no era su obligación, sino una forma de pasar el tiempo ideada por su padre y de mayor provecho que no hacer nada, se le habían impuesto varios quehaceres dentro de la propiedad de Sevilla, que implicaba cargar los voluminosos fardos y costales con vituallas que la cocinera adquiría para alimentar a la familia patronal y a los trabajadores y esclavos durante toda la semana.
Si deseas adquirir de manera física el libro, puedes hacerlo a través de las redes sociales del Autor