Somos personas destinadas a entrar en comunidad. En otras palabras: el ideal del hombre nuevo schoenstattiano es ser “libres para amar”
La Iglesia, en su oración sigue dos movimientos, aquel con el que María engrandece al Señor y aquel otro que confía a la Madre de Jesús las súplicas y las alabanzas de los hijos de Dios.
Fidelidad es el resultado de conocer y amar, significa tener
conciencia de la propia identidad como católicos y manifestarla, con respeto, pero sin vacilaciones ni temores.
Jesús se presentó como el gran promotor de la verdad. Ante Pilato, Cristo proclamó que había "venido al mundo para dar testimonio de la verdad".
"El camino de la paz, que Pablo VI denominó como desarrollo integral, permanece todavía hoy alejado de la vida real, de muchos hombres y mujeres y de la familia humana, con la que está totalmente interconectada...
Permanezcan unidos en el corazón de la Santísima Virgen. Ese es su lugar. Ahí encontrarán tranquilidad, seguridad y confianza victoriosa en todas las situaciones.
“La santidad de la vida diaria es la armonía agradable a Dios entre el apego de todo corazón a Dios, al trabajo y al prójimo en cada circunstancia de la vida”
¿Qué es el amor? Hablar del amor es tan hermoso, se pueden decir cosas hermosas... Pero el amor tiene dos ejes sobre los que se mueve, y si una persona no tiene estos dos ejes, estas dos dimensiones del amor, no es amor. Ante todo, el amor está más en las obras que en las palabras: el amor es concreto.
Para que la esperanza no decaiga, María está presente en el Santuario, nuestra
cuna de santidad y de vida.