
Las misiones evangelizadoras fueron una institución recurrente en el siglo XVI, producto de la expansión colonial europea en búsqueda de nuevos mercados que alimentaran a sus metrópolis, en este contexto, las misiones jesuitas de portuguesas llegaron a la isla nipona a mediados del siglo XVI y a pesar del primer impulso que esta religión tuvo entre los japoneses una serie de factores influyeron para que el catolicismo culminara su historia en Japón como un proyecto fracasado.