
Durante siglos, el perdón ha sido visto como un acto religioso. Pero hoy más que nunca, la ciencia, la psicología y la filosofía coinciden en algo: perdonar tiene un poder transformador real.
Cuando una persona perdona, su cuerpo libera cortisol, disminuye el estrés y el cerebro activa las zonas relacionadas con la empatía y la calma.
En otras palabras… el perdón no solo cura el alma. También sana el cuerpo.
(pausa breve)
Pero pensemos más allá del individuo. ¿Qué pasa cuando una sociedad entera decide perdonar?
Cuando en lugar de buscar venganza, busca reconciliación.
Cuando en lugar de dividirse por ideologías, busca comprender.
Ahí es donde el perdón se convierte en una medicina colectiva.