
Sin duda, abandonar una mala costumbre no es fácil. De hecho, se dice que los malos hábitos son como una cama calentita en un día frío: entrar no cuesta nada; lo que cuesta es salir.
Por eso, ¿Cómo conseguimos que la fuerza de la costumbre esté a nuestro favor y no en nuestra contra?
Romanos 12:2 Transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.