
Descubre cómo Dios utiliza el desierto como una escuela de formación, donde prueba, purifica y fortalece a sus ungidos. Así como Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado y preparado para su ministerio, esta prédica revela que los momentos de soledad y prueba no son castigos, sino procesos divinos para forjar el carácter y la fe. No saldrás del desierto igual: saldrás transformado.VAMOS A CELEBRAR QUE SOMOS UNGIDOS!