
Después de la muerte del Minotauro, el rey Minos la toma con el constructor del laberinto, Dédalo, y lo encierra allí junto con su hijo, Ícaro. Esta nueva fábula, que abarca todo el capítulo, introduce también el gerundio. Con ella, la esclava Syra pretende que Quinto entienda que siempre hay que hacer caso a los padres. Para no terminar como Ícaro: dando nombre a una isla.