
Es el turno de practicar la escritura en la escuela. Veremos que Diodoro, el maestro, tiene muchísima paciencia, sobre todo con Marcos, que aprovecha cualquier momento para sacarlo de quicio. Él, como todos los alumnos de la antigua Roma, escribían en tablillas enceradas con un punzón, algo muy parecido a los que hoy utilizan tabletas y lápices electrónicos.