
En la vida, como en el deporte, todo depende de a dónde estás mirando. El Salmo 20 nos recuerda que no podemos fijar los ojos en el poder humano (carros, caballos o cuentas bancarias) sino en el nombre del Señor. Nuestra victoria no depende de nuestras fuerzas, sino de la del Rey que ya ganó. Hoy aprenderás a mantenerte de pie cuando otros caen, y a vivir con la certeza de que tu Rey ya peleó y venció por ti.