
Las impropiedades léxicas las carga el diablo. Tanto que incluso pueden colarse en las páginas de una buena novela. Una impropiedad no es una incorrección, pero sí un desajuste entre lo que decimos y lo que realmente queremos decir. Menos mal que el contexto casi siempre acude al rescate para que nuestro interlocutor no se pierda; pero siempre es mejor hablar con propiedad. En el podcast de hoy, algunas impropiedades léxicas que debemos desterrar de nuestro uso de la lengua española.