
Todos reconocemos cuando una melodía suena bien: las notas en equilibrio crean una experiencia agradable, mientras que los sonidos discordantes resultan incómodos.
Sin embargo, las armonías no solo se dan en la música, ¡se pueden dar también en nuestras vidas! No solo se trata de vivir en equilibrio, sino de construir una vida que sea armoniosa a Dios, a nuestras familias, matrimonios e incluso nuestro entorno laboral o estudiantil.