
Honestidad y sinceridad: La oración debe ser sincera y genuina. Jesús enseñó en Mateo 6:7-8 que no debemos repetir frases vacías de manera mecánica, sino expresar nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos a Dios.
Reverencia: Al orar, es importante mostrar respeto y reverencia hacia Dios. Reconocer su grandeza y soberanía puede ayudar a centrar nuestras mentes y corazones en la presencia divina.
Agradecimiento: Dar gracias a Dios por sus bendiciones y provisiones es una parte importante de la oración. La gratitud forma una base sólida para nuestra relación con Dios.
Confesión y arrepentimiento: Reconocer nuestros errores y pecados, y pedir perdón a Dios, es fundamental para mantener una relación saludable con Él. La confesión y el arrepentimiento nos ayudan a limpiar nuestro corazón y a restaurar nuestra comunión con Dios.
Petición: Es apropiado presentar nuestras necesidades y deseos a Dios en oración. Esto incluye nuestras peticiones por provisión, sanidad, orientación, protección y cualquier otra cosa que necesitemos. Sin embargo, es importante recordar que nuestras peticiones deben estar alineadas con la voluntad de Dios.
Intercesión: Orar por los demás es una parte importante de la vida de oración. Interceder por amigos, familiares, líderes y aquellos que necesitan ayuda es una forma poderosa de demostrar amor y compasión.
Escucha: La oración no solo implica hablar, sino también escuchar a Dios. Tomarse el tiempo para esperar en su presencia y prestar atención a su voz puede llevar a una mayor intimidad y comprensión de su voluntad.
Persistencia: Jesús enseñó en Lucas 18:1-8 sobre la importancia de persistir en la oración. Aunque puede que no recibamos respuestas inmediatas, debemos perseverar en la oración y confiar en que Dios escucha y responde en su tiempo perfecto.