
Una carta íntima y poética dirigida a un hombre de mirada café que, sin proponérselo, se ha vuelto refugio, inspiración y tormenta suave. Con estas líneas se confiesa un amor silencioso, de suspiros y letras que florecen de madrugada. Una declaración sin exigencias, solo la belleza de sentir profundamente a alguien que habita en cada pensamiento, como quien llega sin aviso y se queda para siempre en el alma.