PALABRA de Jehová que fué á Joel hijo de Pethuel.
2 Oid esto, viejos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, ó en los días de vuestros padres?
3 De esto contaréis á vuestros hijos, y vuestros hijos á sus hijos, y su hijos á la otra generación.
4 Lo que quedó de la oruga comió la langosta, y lo que quedó de la langosta comió el pulgón; y el revoltón comió lo que del pulgón había quedado.
5 Despertad, borrachos, y llorad; aullad todos los que bebéis vino, á causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca.
6 Porque gente subió á mi tierra, fuerte y sin número; sus dientes, dientes de león, y sus muelas, de león.
7 Asoló mi vid, y descortezó mi higuera: del todo la desnudó y derribó: sus ramas quedaron blancas.
8 Llora tú como moza vestida de saco por el marido de su juventud.
9 Pereció el presente y la libación de la casa de Jehová: los sacerdotes ministros de Jehová hicieron luto.
10 El campo fué destruído, enlutóse la tierra; porque el trigo fué destuído, se secó el mosto, perdióse el aceite.
11 Confundíos, labradores, aullad, viñeros, por el trigo y la cebada; porque se perdió la mies del campo.
12 Secóse la vid, y pereció la higuera, el granado también, la palma, y el manzano; secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres.
13 Ceñíos y lamentad, sacerdotes; aullad, ministros del altar; venid, dormid en sacos, ministros de mi Dios: porque quitado es de la casa de vuestro Dios el presente y la libación.
14 Pregonad ayuno, llamad á congregación; congregad los ancianos y todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad á Jehová.
15 Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso.
16 ¿No es quitado el mantenimiento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?
17 El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruídos; porque se secó el trigo.
18 Cuánto gimieron las bestias! cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! también fueron asolados los rebaños de las ovejas.
19 A ti, oh Jehová, clamaré: porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo.
20 Las bestias del campo bramarán también á ti; porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderías del desierto.
PALABRA de Jehová que fué á Oseas hijo de Beeri, en días de Ozías, Joathán, Achâz, y Ezechîas, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joas, rey de Israel.
2 El principio de la palabra de Jehová con Oseas. Y dijo Jehová á Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, é hijos de fornicaciones: porque la tierra se dará á fornicar apartándose de Jehová.
3 Fué pues, y tomó á Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le parió un hijo.
4 Y díjole Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí á poco yo visitaré las sangres de Jezreel sobre la casa de Jehú, y haré cesar el reino de la casa de Israel.
5 Y acaecerá que en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.
6 Y concibió aún, y parió una hija. Y díjole Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama: porque no más tendré misericordia de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo.
7 Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y salvarélos en Jehová su Dios: y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni caballeros.
8 Y después de haber destetado á Lo-ruhama, concibió y parió un hijo.
9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi: porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.
10 Con todo será el número de los hijos de Israel como la arena de la mar, que ni se puede medir ni contar. Y será, que donde se les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.
11 Y los hijos de Judá y de Israel serán congregados en uno, y levantarán para sí una cabeza, y subirán de la tierra: porque el día de Jezreel será grande.
EN el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia á Jerusalem, y cercóla.
2 Y el Señor entregó en sus manos á Joacim rey de Judá, y parte de los vasos de la casa de Dios, y trájolos á tierra de Sinar, á la casa de su dios: y metió los vasos en la casa del tesoro de su dios.
3 Y dijo el rey á Aspenaz, príncipe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes,
4 Muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, y de buen parecer, y enseñados en toda sabiduría, y sabios en ciencia, y de buen entendimiento, é idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los Caldeos.
5 Y señalóles el rey ración para cada día de la ración de la comida del rey, y del vino de su beber: que los criase tres años, para que al fin de ellos estuviesen delante del rey.
6 Y fueron entre ellos, de los hijos de Judá, Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
7 A los cuales el príncipe de los eunucos puso nombres: y puso á Daniel, Beltsasar; y á Ananías, Sadrach; y á Misael, Mesach; y á Azarías, Abed-nego.
8 Y Daniel propuso en su corazón de no contaminarse en la ración de la comida del rey, ni en el vino de su beber: pidió por tanto al príncipe de los eunucos de no contaminarse.
9 (Y puso Dios á Daniel en gracia y en buena voluntad con el príncipe de los eunucos.)
10 Y dijo el príncipe de los eunucos á Daniel: Tengo temor de mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él habrá visto vuestros rostros más tristes que los de los muchachos que son semejantes á vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza.
11 Entonces dijo Daniel á Melsar, que estaba puesto por el príncipe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael, y Azarías:
12 Prueba, te ruego, tus siervos diez días, y dennos legumbres á comer, y agua á beber.
13 Parezcan luego delante de ti nuestros rostros, y los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey; y según que vieres, harás con tus siervos.
14 Consintió pues con ellos en esto, y probó con ellos diez días.
15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más nutrido de carne, que los otros muchachos que comían de la ración de comida del rey.
16 Así fué que Melsar tomaba la ración de la comida de ellos, y el vino de su beber, y dábales legumbres.
17 Y á estos cuatro muchachos dióles Dios conocimiento é inteligencia en todas letras y ciencia: mas Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.
18 Pasados pues los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el príncipe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor.
19 Y el rey habló con ellos, y no fué hallado entre todos ellos otro como Daniel, Ananías, Misael, y Azarías: y así estuvieron delante del rey.
20 Y en todo negocio de sabiduría é inteligencia que el rey les demandó, hallólos diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.
21 Y fué Daniel hasta el año primero del rey Ciro.
Y FUÉ que á los treinta años, en el mes cuarto, á cinco del mes, estando yo en medio de los trasportados junto al río de Chebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.
2 A los cinco del mes, que fué en el quinto año de la transmigración del rey Joachîn,
3 Fué palabra de Jehová á Ezequiel sacerdote, hijo de Buzi, en la tierra de los Caldeos, junto al río de Chebar; fué allí sobre él la mano de Jehová.
4 Y miré, y he aquí un viento tempestuoso venía del aquilón, una gran nube, con un fuego envolvente, y en derredor suyo un resplandor, y en medio del fuego una cosa que parecía como de ámbar,
5 Y en medio de ella, figura de cuatro animales. Y este era su parecer; había en ellos semejanza de hombre.
6 Y cada uno tenía cuatro rostros, y cuatro alas.
7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como la planta de pie de becerro; y centelleaban á manera de bronce muy bruñido.
8 Y debajo de sus alas, á sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados.
9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban; cada uno caminaba en derecho de su rostro.
10 Y la figura de sus rostros era rostro de hombre; y rostro de león á la parte derecha en los cuatro; y á la izquierda rostro de buey en los cuatro; asimismo había en los cuatro rostro de águila.
11 Tales eran sus rostros; y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.
12 Y cada uno caminaba en derecho de su rostro: hacia donde el espíritu era que anduviesen, andaban; cuando andaban, no se volvían.
13 Cuanto á la semejanza de los animales, su parecer era como de carbones de fuego encendidos, como parecer de hachones encendidos: discurría entre los animales; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.
14 Y los animales corrían y tornaban á semejanza de relámpagos.
15 Y estando yo mirando los animales, he aquí una rueda en la tierra junto á los animales, á sus cuatro caras.
16 Y el parecer de las ruedas y su obra semejábase al color del topacio. Y las cuatro tenían una misma semejanza: su apariencia y su obra como rueda en medio de rueda.
17 Cuando andaban, se movían sobre sus cuatro costados: no se volvían cuando andaban.
18 Y sus cercos eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.
19 Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto á ellos: y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.
COMO está sentada sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, La señora de provincias es hecha tributaria.
2 Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas en sus mejillas; No tiene quien la consuele de todos sus amadores: Todos sus amigos le faltaron, volviéronsele enemigos.
3 Fuése Judá, a causa de la aflicción y de la grandeza de servidumbre; Ella moró entre las gentes, y no halló descanso: Todos sus perseguidores la alcanzaron entre estrechuras.
4 Las calzadas de Sión tienen luto, porque no hay quien venga á las solemnidades; Todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen, Sus vírgenes afligidas, y ella tiene amargura.
5 Sus enemigos han sido hechos cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados; Porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones: Sus niños fueron en cautividad delante del enemigo.
6 Fuése de la hija de Sión toda su hermosura: Sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, Y anduvieron sin fortaleza delante del perseguidor.
7 Jerusalem, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudase, Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones, Y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos: Miráronla los enemigos, y escarnecieron de sus sábados.
8 Pecado cometió Jerusalem; por lo cual ella ha sido removida: Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; Y ella suspira, y se vuelve atrás.
9 Sus inmundicias en sus faldas; no se acordó de su postrimería: Por tanto ella ha descendido maravillosamente, no tiene consolador. Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.
10 Extendió su mano el enemigo á todas sus cosas preciosas; Y ella ha visto entrar en su santuario las gentes, De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
11 Todo su pueblo buscó su pan suspirando; Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida. Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.
12 ¿No os conmueve á cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; Porque Jehová me ha angustiado en el día de la ira de su furor.
13 Desde lo alto envió fuego en mis huesos, el cual se enseñoreó: Ha extendido red a mis pies, tornóme atrás, Púsome asolada, y que siempre tenga dolor.
14 El yugo de mis rebeliones está ligado por su mano, Enlazadas han subido sobre mi cerviz: ha hecho caer mis fuerzas: Hame entregado el Señor en sus manos, contra quienes no podré levantarme.
15 El Señor ha hollado todos mis fuertes en medio de mí; Llamó contra mí compañía para quebrantar mis mancebos: Como lagar ha pisado el Señor á la virgen hija de Judá.
16 Por esta causa yo lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas; Porque se alejó de mí consolador que dé reposo á mi alma: Mis hijos son destruídos, porque el enemigo prevaleció.
17 Sión extendió sus manos, no tiene quien la consuele; Jehová dió mandamiento contra Jacob, que sus enemigos lo cercasen: Jerusalem fué en abominación entre ellos.
18 Jehová es justo; que yo contra su boca me rebelé. Oid ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: Mis vírgenes y mis mancebos fueron en cautiverio.
LAS palabras de Jeremías hijo de Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anathoth, en tierra de Benjamín.
2 La palabra de Jehová que fué á él en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año décimotercio de su reinado.
3 Fué asimismo en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedechîas hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalem en el mes quinto.
4 Fué pues palabra de Jehová á mí, diciendo:
5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que salieses de la matriz te santifiqué, te dí por profeta á las gentes.
6 Y yo dije: Ah! ah! Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
7 Y díjome Jehová: No digas, soy niño; porque á todo lo que te enviaré irás tú, y dirás todo lo que te mandaré.
8 No temas delante de ellos, porque contigo soy para librarte, dice Jehová.
9 Y extendió Jehová su mano, y tocó sobre mi boca; y díjome Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.
10 Mira que te he puesto en este día sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar.
11 Y la palabra de Jehová fué á mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Yo veo una vara de almendro.
12 Y díjome Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.
13 Y fué á mí palabra de Jehová segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Yo veo una olla que hierve; y su haz está de la parte del aquilón.
14 Y díjome Jehová: Del aquilón se soltará el mal sobre todos los moradores de la tierra.
15 Porque he aquí que yo convoco todas las familias de los reinos del aquilón, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su asiento á la entrada de las puertas de Jerusalem, y junto á todos sus muros en derredor, y en todas las ciudades de Judá.
16 Y á causa de toda su malicia, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, é incensaron á dioses extraños, y á hechuras de sus manos se encorvaron.
17 Tú pues, ciñe tus lomos, y te levantarás, y les hablarás todo lo que te mandaré: no temas delante de ellos, porque no te haga yo quebrantar delante de ellos.
18 Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, á los reyes de Judá, á sus príncipes, á sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra.
19 Y pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice Jehová, para librarte.
VISION de Isaías hijo de Amoz, la cual vió sobre Judá y Jerusalem, en días de Uzzías, Jotham, Achâz y Ezechîas, reyes de Judá.
2 Oid, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y engrandecílos, y ellos se rebelaron contra mí.
3 El buey conoce á su dueño, y el asno el pesebre de su señor: Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento.
4 Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron á Jehová, provocaron á ira al Santo de Israel, tornáronse atrás.
5 ¿Para qué habéis de ser castigados aún? todavía os rebelaréis. Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga: no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
7 Vuestra tierra está destruída, vuestras ciudades puestas á fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida de extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños.
8 Y queda la hija de Sión como choza en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada.
9 Si Jehová de los ejércitos no hubiera hecho que nos quedasen muy cortos residuos, como Sodoma fuéramos, y semejantes á Gomorra.
10 Príncipes de Sodoma, oid la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
11 ¿Para qué á mí, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de animales gruesos: no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.
12 ¿Quién demandó esto de vuestras manos, cuando vinieseis á presentaros delante de mí, para hollar mis atrios?
13 No me traigáis más vano presente: el perfume me es abominación: luna nueva y sábado, el convocar asambleas, no las puedo sufrir: son iniquidad vuestras solemnidades.
14 Vuestras lunas nuevas y vuestras solemnidades tiene aborrecidas mi alma: me son gravosas; cansado estoy de llevarlas.
15 Cuando extendiereis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos: asimismo cuando multiplicareis la oración, yo no oiré: llenas están de sangre vuestras manos.
16 Lavad, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; dejad de hacer lo malo:
17 Aprended á hacer bien: buscad juicio, restituid al agraviado, oid en derecho al huérfano, amparad á la viuda.
18 Venid luego, dirá Jehová, y estemos á cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán á ser como blanca lana.
19 Si quisiereis y oyereis, comieréis el bien de la tierra:
20 Si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos á espada: porque la boca de Jehová lo ha dicho.
21 ¿Cómo te has tornado ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de juicio, en ella habitó equidad; mas ahora, homicidas.
22 Tu plata se ha tornado escorias, tu vino mezclado está con agua.
23 Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones: todos aman las dádivas, y van tras las recompensas: no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
CANCION de canciones, la cual es de Salomón.
2 Oh si él me besara con ósculos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino.
3 Por el olor de tus suaves unguüentos, (Ungüento derramado es tu nombre,) Por eso las doncellas te amaron.
4 Llévame en pos de ti, correremos. Metióme el rey en sus cámaras: Nos gozaremos y alegraremos en ti; Acordarémonos de tus amores más que del vino: Los rectos te aman.
5 Morena soy, oh hijas de Jerusalem, Mas codiciable; Como las cabañas de Cedar, Como las tiendas de Salomón.
6 No miréis en que soy morena, Porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, Hiciéronme guarda de viñas; Y mi viña, que era mía, no guardé.
7 Hazme saber, ó tú á quien ama mi alma, Dónde repastas, dónde haces tener majada al medio día: Porque, ¿por qué había yo de estar como vagueando Tras los rebaños de tus compañeros?
8 Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Sal, yéndote por las huellas del rebaño, Y apacienta tus cabritas junto á las cabañas de los pastores.
9 A yegua de los carros de Faraón Te he comparado, amiga mía.
10 Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares.
11 Zarcillos de oro te haremos, Con clavos de plata.
12 Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo dió su olor.
13 Mi amado es para mí un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos.
14 Racimo de copher en las viñas de Engadi Es para mí mi amado.
15 He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí que eres bella: tus ojos de paloma.
16 He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y suave: Nuestro lecho también florido.
17 Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de ciprés los artesonados.
PALABRAS del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalem.
2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad.
3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
4 Generación va, y generación viene: mas la tierra siempre permanece.
5 Y sale el sol, y pónese el sol, y con deseo vuelve á su lugar donde torna á nacer.
6 El viento tira hacia el mediodía, y rodea al norte; va girando de continuo, y á sus giros torna el viento de nuevo.
7 Los ríos todos van á la mar, y la mar no se hinche; al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para correr de nuevo.
8 Todas las cosas andan en trabajo mas que el hombre pueda decir: ni los ojos viendo se hartan de ver, ni los oídos se hinchen de oir.
9 ¿Qué es lo que fué? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol.
10 ¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fué en los siglos que nos han precedido.
11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
12 Yo el Predicador fuí rey sobre Israel en Jerusalem.
13 Y dí mi corazón á inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo dió Dios á los hijos de los hombres, en que se ocupen.
14 Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
15 Lo torcido no se puede enderezar; y lo falto no puede contarse.
16 Hablé yo con mi corazón, diciendo: He aquí hállome yo engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalem; y mi corazón ha percibido muchedumbre de sabiduría y ciencia.
17 Y dí mi corazón á conocer la sabiduría, y también á entender las locuras y los desvaríos: conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
LOS proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:
2 Para entender sabiduría y doctrina; Para conocer las razones prudentes;
3 Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, y juicio y equidad;
4 Para dar sagacidad á los simples, Y á los jóvenes inteligencia y cordura.
5 Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo;
6 Para entender parábola y declaración; Palabras de sabios, y sus dichos oscuros.
7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
8 Oye, hijo mío, la doctrina de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre:
9 Porque adorno de gracia serán á tu cabeza, Y collares á tu cuello.
10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, No consientas.
11 Si dijeren: Ven con nosotros, Pongamos asechanzas á la sangre, Acechemos sin motivo al inocente;
12 Los tragaremos vivos como el sepulcro, Y enteros, como los que caen en sima;
13 Hallaremos riquezas de todas suertes, Henchiremos nuestras casas de despojos;
14 Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa:
15 Hijo mío, no andes en camino con ellos; Aparta tu pie de sus veredas:
16 Porque sus pies correrán al mal, E irán presurosos á derramar sangre.
17 Porque en vano se tenderá la red Ante los ojos de toda ave;
18 Mas ellos á su propia sangre ponen asechanzas, Y á sus almas tienden lazo.
19 Tales son las sendas de todo el que es dado á la codicia, La cual prenderá el alma de sus poseedores.
20 La sabiduría clama de fuera, Da su voz en las plazas:
21 Clama en los principales lugares de concurso; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones:
22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar, Y los insensatos aborrecerán la ciencia?
23 Volveos á mi reprensión: He aquí yo os derramaré mi espíritu, Y os haré saber mis palabras.
24 Por cuanto llamé, y no quisisteis: Extendí mi mano, y no hubo quien escuchase;
25 Antes desechasteis todo consejo mío, Y mi reprensión no quisisteis:
26 También yo me reiré en vuestra calamidad, Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
28 Entonces me llamarán, y no responderé; Buscarme han de mañana, y no me hallarán:
29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová,
30 Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía:
31 Comerán pues del fruto de su camino, Y se hartarán de sus consejos.
32 Porque el reposo de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará á perder.
BIENAVENTURADO el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Antes en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.
3 Y será como el árbol plantado junto á arroyos de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.
4 No así los malos: Sino como el tamo que arrebata el viento.
5 Por tanto no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos.
6 Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá.
HUBO un varón en tierra de Hus, llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal.
2 Y naciéronle siete hijos y tres hijas.
3 Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y muchísimos criados: y era aquel varón grande más que todos los Orientales.
4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban á llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.
5 Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y santificábalos, y levantábase de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado á Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.
6 Y un día vinieron los hijos de Dios á presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán.
7 Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
8 Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?
9 Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: ¿Teme Job á Dios de balde?
10 ¿No le has tú cercado á él, y á su casa, y á todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.
11 Mas extiende ahora tu mano, y toca á todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro.
12 Y dijo Jehová á Satán: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Y salióse Satán de delante de Jehová.
13 Y un día aconteció que sus hijos é hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,
14 Y vino un mensajero á Job, que le dijo: Estando arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,
15 Acometieron los Sabeos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada: solamente escapé yo para traerte las nuevas.
16 Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los mozos, y los consumió: solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.
17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los Caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y tomáronlos, é hirieron á los mozos á filo de espada; y solamente escapé yo solo para traerte las nuevas.
18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito.
Y ACONTECIO en los días de Assuero, (el Assuero que reinó desde la India hasta la Etiopía sobre ciento veinte y siete provincias,)
2 Que en aquellos días, asentado que fué el rey Assuero en la silla de su reino, la cual estaba en Susán capital del reino,
3 En el tercer año de su reinado hizo banquete á todos sus príncipes y siervos, teniendo delante de él la fuerza de Persia y de Media, gobernadores y príncipes de provincias,
4 Para mostrar él las riquezas de la gloria de su reino, y el lustre de la magnificencia de su poder, por muchos días, ciento y ochenta días.
5 Y cumplidos estos días, hizo el rey banquete por siete días en el patio del huerto del palacio real á todo el pueblo, desde el mayor hasta el menor que se halló en Susán capital del reino.
6 El pabellón era de blanco, verde, y cárdeno, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura en sortijas de plata y columnas de mármol: los reclinatorios de oro y de plata, sobre losado de pórfido y de mármol, y de alabastro y de jacinto.
7 Y daban á beber en vasos de oro, y vasos diferentes unos de otros, y mucho vino real, conforme á la facultad del rey.
8 Y la bebida fué según esta ley: Que nadie constriñese; porque así lo había mandado el rey á todos los mayordomos de su casa; que se hiciese según la voluntad de cada uno.
9 Asimismo la reina Vasthi hizo banquete de mujeres, en la casa real del rey Assuero.
10 El séptimo día, estando el corazón del rey alegre del vino, mandó á Mehumán, y á Biztha, y á Harbona, y á Bighta, y á Abagtha, y á Zetar, y á Carcas, siete eunucos que servían delante del rey Assuero,
11 Que trajesen á la reina Vasthi delante del rey con la corona regia, para mostrar á los pueblos y á los príncipes su hermosura; porque era linda de aspecto.
12 Mas la reina Vasthi no quiso comparecer á la orden del rey, enviada por mano de los eunucos; y enojóse el rey muy mucho, y encendióse en él su ira.
13 Preguntó entonces el rey á los sabios que sabían los tiempos, (porque así era la costubre del rey para con todos los que sabían la ley y el derecho;
14 Y estaban junto á él, Carsena, y Sethar, y Admatha, y Tharsis, y Meres, y Marsena, y Memucán, siete príncipes de Persia y de Media que veían la cara del rey, y se sentaban los primeros del reino:)
15 Qué se había de hacer según la ley con la reina Vasthi, por cuanto no había cumplido la orden del rey Assuero, enviada por mano de los eunucos.
16 Y dijo Memucán delante del rey y de los príncipes: No solamente contra el rey ha pecado la reina Vasthi, sino contra todos los príncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Assuero.
17 Porque este hecho de la reina pasará á noticia de todas las mujeres, para hacerles tener en poca estima á sus maridos, diciendo: El rey Assuero mandó traer delante de sí á la reina Vasthi, y ella no vino.
18 Y entonces dirán esto las señoras de Persia y de Media que oyeren el hecho de la reina, á todos los príncipes del rey: y habrá mucho menosprecio y enojo.
PALABRAS de Nehemías, hijo de Hachâlías. Y acaeció en el mes de Chisleu, en el año veinte, estando yo en Susán, capital del reino,
2 Que vino Hanani, uno de mis hermanos, él y ciertos varones de Judá, y preguntéles por los Judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalem.
3 Y dijéronme: El residuo, los que quedaron de la cautividad allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalem derribado, y sus puertas quemadas á fuego.
4 Y fué que, como yo oí estas palabras, sentéme y lloré, y enlutéme por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.
5 Y dije: Ruégote, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande, y terrible, que guarda el pacto y la misericordia á los que le aman y guardan sus mandamientos;
6 Esté ahora atento tu oído, y tus ojos abiertos, para oír la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos contra ti cometido; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, y estatutos y juicios, que mandaste á Moisés tu siervo.
8 Acuérdate ahora de la palabra que ordenaste á Moisés tu siervo, diciendo: Vosotros prevaricaréis, y yo os esparciré por los pueblos:
9 Mas os volveréis á mí, y guardaréis mis mandamientos, y los pondréis por obra. Si fuere vuestro lanzamiento hasta el cabo de los cielos, de allí os juntaré; y traerlos he al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.
10 Ellos pues son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran fortaleza, y con tu mano fuerte.
11 Ruégote, oh Jehová, esté ahora atento tu oído á la oración de tu siervo, y la oración de tus siervos, quienes desean temer tu nombre: y ahora concede hoy próspero suceso á tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.
Y EN el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, excitó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pasar pregón por todo su reino, y también por escrito, diciendo:
2 Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalem, que está en Judá.
3 ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él, y suba á Jerusalem que está en Judá, y edifique la casa á Jehová Dios de Israel, la cual está en Jerusalem.
4 Y á cualquiera que hubiere quedado de todos los lugares donde peregrinare, los hombres de su lugar le ayuden con plata, y oro, y hacienda, y con bestias; con dones voluntarios para la casa de Dios, la cuál está en Jerusalem.
5 Entonces se levantaron los cabezas de las familias de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y Levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir á edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalem.
6 Y todos los que estaban en sus alrededores confortaron las manos de ellos con vasos de plata y de oro, con hacienda y bestias, y con cosas preciosas, á más de lo que se ofreció voluntariamente.
7 Y el rey Ciro sacó los vasos de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había traspasado de Jerusalem, y puesto en la casa de sus dioses.
8 Sacólos pues Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, el cual los dió por cuenta á Sesbassar príncipe de Judá.
9 Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veinte y nueve cuchillos,
10 Treinta tazas de oro, cuatrocientas y diez otras tazas de plata, y mil otros vasos.
11 Todos los vasos de oro y de plata, cinco mil y cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbassar con los que subieron del cautiverio de Babilonia á Jerusalem.
Y SALOMON hijo de David fué afirmado en su reino; y Jehová su Dios fué con él, y le engrandeció sobremanera.
2 Y llamó Salomón á todo Israel, tribunos, centuriones, y jueces, y á todos los príncipes de todo Israel, cabezas de familias.
3 Y fué Salomón, y con él toda esta junta, al alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo del testimonio de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto.
4 Mas David había traído el arca de Dios de Chîriath-jearim al lugar que él le había preparado; porque él le había tendido una tienda en Jerusalem.
5 Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fué á consultar Salomón con aquella junta.
6 Subió pues Salomón allá delante de Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo del testimonio, y ofreció sobre él mil holocaustos.
7 Y aquella noche apareció Dios á Salomón, y díjole: Demanda lo que quisieres que yo te dé.
8 Y Salomón dijo á Dios: Tú has hecho con David mi padre grande misericordia, y á mí me has puesto por rey en lugar suyo.
9 Confírmese pues ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada á David mi padre; porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo en muchedumbre como el polvo de la tierra.
10 Dame ahora sabiduría y ciencia, para salir y entrar delante de este pueblo: porque ¿quién podrá juzgar este tu pueblo tan grande?
11 Y dijo Dios á Salomón: Por cuanto esto fué en tu corazón, que no pediste riquezas, hacienda, ó gloria, ni el alma de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para juzgar mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey,
12 Sabiduría y ciencia te es dada; y también te daré riquezas, hacienda, y gloria, cual nunca hubo en los reyes que han sido antes de ti, ni después de ti habrá tal.
13 Y volvió Salomón á Jerusalem del alto que estaba en Gabaón, de ante el tabernáculo del testimonio; y reinó sobre Israel.
14 Y juntó Salomón carros y gente de á caballo; y tuvo mil y cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem.
15 Y puso el rey plata y oro en Jerusalem como piedras, y cedro como cabrahigos que nacen en los campos en abundancia.
16 Y sacaban caballos y lienzos finos de Egipto para Salomón; pues por contrato tomaban allí los mercaderes del rey caballos y lienzos.
17 Y subían, y sacaban de Egipto, un carro por seiscientas piezas de plata, y un caballo por ciento y cincuenta: y así se sacaban por medio de ellos para todos los reyes de los Hetheos, y para los reyes de Siria.
ADAM, Seth, Enos,
2 Cainán, Mahalaleel, Jared,
3 Enoch, Mathusalem, Lamech,
4 Noé, Sem, Châm, y Japhet.
5 Los hijos de Japhet: Gomer, Magog, Dadai, Javán, Tubal, Mesec, y Thiras.
6 Los hijos de Gomer: Askenaz, Riphath, y Thogorma.
7 Los hijos de Javán: Elisa, Tharsis, Chîthim, y Dodanim.
8 Los hijos de Châm: Chûs, Misraim, Phuth, y Canaán.
9 Los hijos de Chûs: Seba, Havila, Sabtha, Raema, y Sabtechâ. Y los hijos de Raema: Seba y Dedán.
10 Chûs engendró á Nimrod: éste comenzó á ser poderoso en la tierra.
11 Misram engendró á Ludim, Ananim, Laabim, Nephtuim,
12 Phetrusim y Casluim: de éstos salieron los Filisteos, y los Caphtoreos.
13 Canaán engendró á Sidón, su primogénito;
14 Y al Hetheo, y al Jebuseo, y al Amorrheo, y al Gergeseo;
15 Y al Heveo, y al Araceo, y al Sineo;
16 Al Aradeo, y al Samareo, y al Hamatheo.
17 Los hijos de Sem: Elam, Assur, Arphaxad, Lud, Aram, Hus, Hul, Gether, y Mesec.
18 Arphaxad engendró á Sela, y Sela engendró á Heber.
19 Y á Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fué Peleg, por cuanto en sus días fué dividida la tierra; y el nombre de su hermano fué Joctán.
20 Y Joctán engendró á Elmodad, Seleph, Asarmaveth, y Jera,
21 A Adoram también, á Uzal, Dicla,
22 Hebal, Abimael, Seba,
23 Ophir, Havila, y Jobab: todos hijos de Joctán.
24 Sem, Arphaxad, Sela,
25 Heber, Peleg, Reu,
26 Serug, Nachôr, Thare,
27 Y Abram, el cual es Abraham.
28 Los hijos de Abraham: Isaac é Ismael.
29 Y estas son sus descendencias: el primogénito de Ismael, Nabajoth; después Cedar, Adbeel, Misam,
30 Misma, Duma, Maasa, Hadad, Thema, Jetur, Naphis, y Cedma. Estos son los hijos de Ismael.
31 Y Cethura, concubina de Abraham, parió á Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac, y á Súa.
32 Los hijos de Jobsán: Seba y Dedán.
33 Los hijos de Madián: Epha, Epher, Henoch, Abida, y Eldaa; todos estos fueron hijos de Cethura.
34 Y Abraham engendró á Isaac: y los hijos de Isaac fueron Esaú é Israel.
35 Los hijos de Esaú: Eliphas, Rehuel, Jeus, Jalam, y Cora.
36 Los hijos de Eliphas: Themán, Omar, Sephi, Hatham, Chênas, Timna, y Amalec.
37 Los hijos de Rehuel: Nahath, Zera, Samma, y Mizza.
38 Los hijos de Seir: Lotán, Sobal, Sibeón, Ana, Disón, Eser, y Disán.
39 Los hijos de Lotán: Hori, y Homam: y Timna fué hermana de Lotán.
40 Los hijos de Sobal: Alian, Manahach, Ebal, Sephi y Oman. Los hijos de Sibehom: Aia, y Ana.
DESPUÉS de la muerte de Achâb rebelóse Moab contra Israel.
2 Y Ochôzías cayó por las celosías de una sala de la casa que tenía en Samaria; y estando enfermo envió mensajeros, y díjoles: Id, y consultad á Baal-zebub dios de Ecrón, si tengo de sanar de esta mi enfermedad.
3 Entonces el ángel de Jehová habló á Elías Thisbita, diciendo: Levántate, y sube á encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais á consultar á Baal-zebub dios de Ecrón?
4 Por tanto así ha dicho Jehová: Del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás ciertamente. Y Elías se fué.
5 Y como los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué pues os habéis vuelto?
6 Y ellos le respondieron: Encontramos un varón que nos dijo: Id, y volveos al rey que os envió, y decidle: Así ha dicho Jehová: ¿No hay Dios en Israel, que tú envías á consultar á Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás de cierto.
7 Entonces él les dijo: ¿Qué hábito era el de aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras?
8 Y ellos le respondieron: Un varón velloso, y ceñía sus lomos con un cinto de cuero. Entonces él dijo: Elías Thisbita es.
9 Y envió luego á él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió á él; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y él le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas.
10 Y Elías respondió, y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió á él y á sus cincuenta.
11 Volvió el rey á enviar á él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta; y hablóle, y dijo: Varon de Dios, el rey ha dicho así: Desciende presto.
12 Y respondióle Elías, y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió á él y á sus cincuenta.
13 Y volvió á enviar el tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta: y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, hincóse de rodillas delante de Elías, y rogóle, diciendo: Varón de Dios, ruégote que sea de valor delante de tus ojos mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos.
14 He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido los dos primeros capitanes de cincuenta, con sus cincuenta; sea ahora mi vida de valor delante de tus ojos.
15 Entonces el ángel de Jehová dijo á Elías: Desciende con él; no hayas de él miedo. Y él se levantó, y descendió con él al rey.
16 Y díjole: Así ha dicho Jehová: Pues que enviaste mensajeros á consultar á Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No descenderás, por tanto, del lecho en que subiste, antes morirás de cierto.
17 Y murió conforme á la palabra de Jehová que había hablado Elías; y reinó en su lugar Joram, en el segundo año de Joram, hijo de Josaphat rey de Judá; porque Ochôzías no tenía hijo.
18 Y lo demás de los hechos de Ochôzías, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
COMO el rey David era viejo, y entrado en días, cubríanle de vestidos, mas no se calentaba.
2 Dijéronle por tanto sus siervos: Busquen á mi señor el rey una moza virgen, para que esté delante del rey, y lo abrigue, y duerma á su lado, y calentará á mi señor el rey.
3 Y buscaron una moza hermosa por todo el término de Israel, y hallaron á Abisag Sunamita, y trajéronla al rey.
4 Y la moza era hermosa, la cual calentaba al rey, y le servía: mas el rey nunca la conoció.
5 Entonces Adonía hijo de Haggith se levantó, diciendo: Yo reinaré. E hízose de carros y gente de á caballo, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
6 Y su padre nunca lo entristeció en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Y también éste era de hermoso parecer; y habíalo engendrado después de Absalom.
7 Y tenía tratos con Joab hijo de Sarvia, y con Abiathar sacerdote, los cuales ayudaban á Adonía.
8 Mas Sadoc sacerdote, y Benaía hijo de Joiada, y Nathán profeta, y Semei, y Reihi, y todos los grandes de David, no seguían á Adonía.
9 Y matando Adonía ovejas y vacas y animales engordados junto á la peña de Zoheleth, que está cerca de la fuente de Rogel, convidó á todos sus hermanos los hijos del rey, y á todos los varones de Judá, siervos del rey:
10 Mas no convidó á Nathán profeta, ni á Benaía, ni á los grandes, ni á Salomón su hermano.
11 Y habló Nathán á Bath-sheba madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonía hijo de Haggith, sin saberlo David nuestro señor?
12 Ven pues ahora, y toma mi consejo, para que guardes tu vida, y la vida de tu hijo Salomón.
13 Ve, y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no has tú jurado á tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿por qué pues reina Adonía?
14 Y estando tú aún hablando con el rey, yo entraré tras ti, y acabaré tus razones.
15 Entonces Bath-sheba entró al rey á la cámara: y el rey era muy viejo; y Abisag Sunamita servía al rey.
16 Y Bath-sheba se inclinó, é hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué tienes?
17 Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste á tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono;
18 Y he aquí ahora Adonía reina: y tú, mi señor rey, ahora no lo supiste.
19 Ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado á todos los hijos del rey, y á Abiathar sacerdote, y á Joab general del ejército; mas á Salomón tu siervo no ha convidado.
20 Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están sobre ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.
21 De otra suerte acontecerá, cuando mi señor el rey durmiere con sus padres, que yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.
22 Y estando aún hablando ella con el rey, he aquí Nathán profeta, que vino.
23 Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí Nathán profeta: el cual como entró al rey, postróse delante del rey inclinando su rostro á tierra.
Y ACONTECIO después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los Amalecitas, estuvo dos días en Siclag:
2 Y al tercer día acaeció, que vino uno del campo de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza: y llegando á David, postróse en tierra, é hizo reverencia.
3 Y preguntóle David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Heme escapado del campo de Israel.
4 Y David le dijo: ¿Qué ha acontecido? ruégote que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos: también Saúl y Jonathán su hijo murieron.
5 Y dijo David á aquel mancebo que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que Saúl es muerto, y Jonathán su hijo?
6 Y el mancebo que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé á Saúl que estaba recostado sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de á caballo.
7 Y como él miró atrás, vióme y llamóme; y yo dije: Heme aquí.
8 Y él me dijo: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy Amalecita.
9 Y él me volvió á decir: Yo te ruego que te pongas sobre mí, y me mates, porque me toman angustias, y toda mi alma está aún en mí.
10 Yo entonces púseme sobre él, y matélo, porque sabía que no podía vivir después de su caída: y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la ajorca que traía en su brazo, y helas traído acá á mi señor.
11 Entonces David trabando de sus vestidos, rompiólos; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él.
12 Y lloraron y lamentaron, y ayunaron hasta la tarde, por Saúl y por Jonathán su hijo, y por el pueblo de Jehová, y por la casa de Israel: porque habían caído á cuchillo.
13 Y David dijo á aquel mancebo que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, Amalecita.
14 Y díjole David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?
15 Entonces llamó David uno de los mancebos, y díjole: Llega, y mátalo. Y él lo hirió, y murió.
16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues que tu boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová.
17 Y endechó David á Saúl y á Jonathán su hijo con esta endecha.
18 (Dijo también que enseñasen al arco á los hijos de Judá. He aquí que está escrito en el libro del derecho:)
19 Perecido ha la gloria de Israel sobre tus montañas! Cómo han caído los valientes!
20 No lo denunciéis en Gath, No deis las nuevas en las plazas de Ascalón; Porque no se alegren las hijas de los Filisteos, Porque no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.
21 Montes de Gilboa, Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; Porque allí fué desechado el escudo de los valientes, El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite.
22 Sin sangre de muertos, sin grosura de valientes, El arco de Jonathán nunca volvió, Ni la espada de Saúl se tornó vacía.
23 Saúl y Jonathán, amados y queridos en su vida, En su muerte tampoco fueron apartados: Más ligeros que águilas, Más fuertes que leones.