
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí (Juan 15:1-4).
En primer lugar, la vid es una planta que produce muchas uvas, pero también muchas ramas (pámpanos). Por lo cual, merece un cuidado constante debido a sus ramificaciones, para esto es muy importante la labor de un labrador, para darle este cuidado constante a la planta, para que dé más fruto.
La vid era una de las plantas que más abundaban en la tierra prometida (Dt 8:8). También podemos observar a través de la Biblia, que era símbolo de la nación de Israel: “Hiciste venir una vid de Egipto; Echaste las naciones, y la plantaste. Limpiaste sitio delante de ella, E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra”(Sal 80:8-9).
Por mucho tiempo, hubo en Israel una siembra grande de la palabra Dios a través de sus profetas. Sin embargo, en todo ese tiempo no hubo una cosecha para Dios. Por lo cual, la palabra expresa: “Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres” (Is 5:1-2).
Jesús La Vid Verdadera
Con la venida de Cristo, Dios nos ha hablado por medio de su Hijo (He 1:1-2). Por lo tanto El Señor Jesús nos dice “Yo soy la vid verdadera” (Jn 15:1). De igual manera que la vid sostiene las ramas (pámpanos), así Cristo sostiene al creyente. Es la unión de la naturaleza Divina y la humana unidas en un mismo Espíritu (Ef 2:18).
Y de igual forma como un labrador cuida de la vid y limpia sus ramas para que de fruto, así Dios trabaja en la vida del creyente fructífero para que dé más fruto (Ga 5:22-23). Muchas veces diciplinandonos, para fortalecer nuestro carácter y nuestra fe.