
Tu crisis se acerca. Si no ha llegado ya, o si no estás en medio de una en este momento, llegará.
Y no solo una crisis. En su misericordia, Dios puntúa nuestras vidas en esta época caída con momentos de crisis de diversos grados, diseñados para nuestro bien eterno. Durante miles de años, el pueblo de Dios ha conocido “tiempos de angustia” y “días de angustia”, a veces demasiado bien. Y lo mismo pasa hoy. Nuestro Padre nunca prometió que pertenecerle significaría que no tuviéramos problemas.
Una y otra vez, las Escrituras describen a los fieles no como aquellos que nunca vieron problemas, sino como aquellos que clamaron a Dios en medio de la crisis. Los hombres y mujeres modelo que recordamos enfrentaron los mayores momentos de problemas y días de angustia. Y Dios oyó sus gritos de ayuda. No estaba sordo entonces, ni lo está hoy, a las voces de los suyos, por poderosos o humildes que sean, especialmente en crisis.