
Conocí algunos casos de parejas que, cuando aún eran incrédulas, vivían juntas sin estar casadas. Después de la conversión, decidieron casarse, y fue entonces cuando comenzaron los problemas conyugales.
Algunas de estas parejas cristianas llegaron a afirmar que la vida sexual era mejor antes del matrimonio, cuando vivían en la incredulidad, pero que, después del matrimonio, surgieron dificultades.