
La segunda causa que necesitamos abordar es la consecuencia, es decir, el resultado de lo que decimos y vivimos, o, en otras palabras, la cosecha de nuestros actos.
'No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra. ' (Gálatas 6:7 - NVT).